M. H. Hernández Carrión

En ocasiones el crítico de arte, a consecuencia de su trabajo de colaboración con una revista en la sección de arte contemporáneo, visita varias exposiciones en la misma ciudad no apreciando similitud, ni relación del estilo, tema y técnica entre ellas; pero, en otras ocasiones ocurre lo contrario, debido a múltiples razones: moda, promoción comercial a nivel generalizado o criterio selectivo de los galeristas, etc., como creo que existe entre las exposiciones de óleos de Belén Elorrieta en la Galería Espalter y Esteve Adam, en la Galería Alfama, de Madrid, por ejemplo. Ambos pintores poseen un curriculum muy similar, caracterizado por la realización de los estudios de Bellas Artes, una significativa participación en muchos concursos de todo ámbito, con la obtención de numerosos de estos premios y un reducido número de exposiciones individuales. Además, ambos artistas poseen una obra pictórica muy elaborada técnicamente, que por encima de la propia iconografía fácilmente reconocible e impactante mentalmente en un público de cultura general poseen sobre todo una proliferación de materia pictórica que denota la continuada reelaboración de sus obras.

Belén Elorrieta posee una iconografía variada aunque debido a la notoria técnica empleada en todas ellas, las ¡guala haciéndolas fácilmente identificables, entre un estilo común al expresionismo y al naif, por lo que posee la peculiaridad del color empleado del primer estilo, aunque en ocasiones se nos muestre algo fauvista, y la iconografía del segundo. Entremezcla el mundo urbano con el campestre, el ser humano con los animales y los objetos cotidianos: ceniceros, jarras de agua, etc., con los propios del ámbito rural. Por todo ello en la obra artística de Elorrieta convive en una hipotética igualdad creativa el campo y la ciudad como si se tratara del mismo entorno social del ser humano de hoy.

Miguel Héctor Hernández-Carrión

El Correo del Arte, Junio de 1996